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miércoles, 3 de mayo de 2017

Las runas del destino




Cuantas veces habría leído esa frase tan manida y gastada que decía eso de que la vida es como un libro donde hay personas que están en una página, otros en un capítulo y otras, una vez que aparecen permanecen toda la historia.

Siempre he luchado contra esa reflexión de vida porque yo soy de las pocas personas que creen en los para siempre, la vida se encarga de ponerme en el lugar que me corresponde, en mi propio camino.

Pero de vez en cuando me paro. Descanso en mi camino y observo a la gente. Me gusta la gente, las de todo tipo y condición. Soy de las ilusas que creen que todo el mundo es bueno, olvido con facilidad que la maldad, las tretas y las conspiraciones pululan por tu alrededor como enemigo silencioso,  olvido constantemente que ser buena persona no te asegura que lo sean contigo.  Pero que más da, como os digo yo creo que hay buenas personas y de vez en cuando las encuentro, de verdad que si...  si no te alejas de tu camino, no olvidas quien eres ni dejas de escuchar la música que hay en tu corazón la vida no te puede conducir a otro camino que a la ventura.


Y así fue como  sin darme cuenta coincidí con un hombre.  Y esta vez yo que soy de todo tipo de personas y condición, desconfié, no de él sino de mí, de lo que pensé cuando le vi, porque no le vi llegar... no le vi llegar, de pronto ahí estaba, notaba su vibración, su fuerza.  Solo tuve ocasión de tocarle durante un breve momento, estuve tan cerca de él que pude olerle. Me gusta oler a las personas que me gustan, es algo que nunca confieso, es una de mis rarezas, él olía a hierba de bosque, a risas junto al fuego, a guerrero sabio, a felicidad. A eso olía.

Y yo que siempre fui de bosque, de piedras,  de plumas, de fuego en la chimenea, de tardes ociosa junto a mi perro, lo miraba y lo veía, cerraba los ojos y lo seguía viendo.
Yo que anduve entre lobos esquivando árboles centenarios, lobos que no me veían o simplemente me reconocían como uno de ellos, yo que atravesaba pequeños ríos y sentía el agua fría mojar mis botas de mujer de bosque. Yo que escuchaba  tu música traída por el viento sentí con consternación tu llegada.

Y él que siempre fue de gaita, de arco y flecha, guerrero con temple, con marcas en su piel de sus dioses y creencias,  siempre tan lejos de casa, siempre dispuesto a compartir momentos del camino regalando su fuerza y sabiduría.  Siempre tan rudo en la batalla, tan cercano y afectuoso junto al fuego seguía siendolo a pesar de todo lo vivido, a pesar de todas sus vidas vividas.


Ahora te miro y veo quien eres, cierro los ojos y veo quien fuiste. Hoy lo siento con fuerza y mi alma vieja  sabe que somos almas del mismo bosque. Que las plumas de tu arco son las mías, que mis piedras, tu gaita, mis lobos, tus mapas de guerrero, mi perro y los dibujos de tu piel  forman parte del mismo bosque. De nuestro viejo y dormido hogar. Aquel que duerme en algún  espacio de nuestras viejas almas, que se reconocen con la incredulidad y desconfianza del hombre moderno. Ese que dejó de creer en dioses para creer en Facebook.

Creo en lo que digo.  No importa el camino que tuvimos que recorrer hasta llegar aquí,  lo que tuvimos de dejar por el camino. No importa las citarices que nos dejaron ni las que hicimos.   Una vez que llegas a casa ya no importa nada, te sientes a salvo.  Cuando miro tus ojos verdes, cuando siento como  vibra tu alma me siento a salvo. Cuantas vidas vivimos y cuantas nos quedan por vivir carece de sentido en esta época de creer en lo que se ve.  Ahora lo único que siento es que tenemos toda una vida para compartir mil historias, la rueda del destino volvió a girar, giró giró y giró hasta que de una forma extraordinariamente prodigiosa nos puso en el mismo camino.  ¿ Que nos depara el destino ahí delante?  No lo sé, imagino que tú tampoco.  Ojalá lo supiéramos, pero yo soy de para siempre, creo en las personas.  Somos almas del mismo bosque, de las mismas piedras, de los mismos arcos y flechas, de esa misma música que suena suave y lejana en el centro de nuestro ser, en ese lugar indefinido entre la garganta y el ombligo.  
¿Cuantas vidas compartiremos?
Que más da... vivamos esta que es la que tenemos.  Sabemos que los dioses están de nuestro lado y por eso quiero pensar que nosotros estaremos en el libro de TODAS nuestras vidas. 










10 comentarios:

  1. Qué hermoso escrito Nieves, pleno de sentimientos y sensaciones, un abrazo!

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  2. Qué bonito lo dices NIeves...quiero quedarme ahí! :DDD

    Besos =)))

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  3. Que bonito...
    Yo también quiero que los Dioses estén de mi lado, pero me tienen manía... con lo bueno que soy y esos julandrones pasando de mí...

    Besos.

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  4. Escribes bellamente, no se como leo el librro de la vida, estoy segura que si le preguntamos a cien personas veremos cien respuestas diferentes
    Dios no està de mi lado, si creo que està y no creo que tenga favoritismos
    sino los niños no sufrirìan nunca
    Besos

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  5. ¿Somos, acaso, almas gemelas? Un abrazo.

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  6. Preciosa historia, Nieves.
    Eres sabia, una se dio cuenta ya hace mucho...
    Besos 🌸

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  7. Hay presencias que cuando llegan intuimos que se quedaran para siempre.

    Si ella no haría falta libro, bastarían cuartillas sueltas.

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  8. Qué bueno
    Mis dioses felizmente me acompañan siempre, son los dioses del amor y de la camaradería

    Besos

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    Respuestas
    1. Me sorprendes gratamente Chaly.
      Mi religiónes la AMISTAD y el AMOR.
      :) ¿Qué te parece?
      Me sorprendió que siendo una "religión" tan personalizada, al menos eso pensaba yo, no sea la única que la practique.

      Un abrazo amigo ;)

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  9. Simplemente ... GRACIAS a tod@s

    :)

    Un fuerte abrazo amig@s

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Hola chic@s!!!!
Gracias por visitarme, por estar y compartir tus pensamientos....