Cuando llegó estaba estudiando, tenía exámenes algunos días después. "¿Te pillo en mal momento? ¿Puedo
fumarme un cigarro contigo?" "claro, me viene bien un
descansito". Dijo ella mientras bajaba las piernas de la silla donde se sentó
él, que sin pedir permiso después de sentarse acarició las piernas de la mujer
para ponerlas sobre sus propias piernas y acariciar los tobillos y los dedos de
su sonriente amiga mientras se fumaba el cigarro.
*¿Llevas bien los estudios, quiere que lo
repasemos juntos?
*No... -cerró la libreta
de apuntes- ¿como fue la mañana,
viste a ese amigo?
*Si, creo que saldrá adelante. Marcó
un silencio para seguir con otro argumento. Mientras que venía he escuchado un poema de Antonio.
Ella no
pidió más datos ya que sabía que Antonio era A. Machado y esperó moviendo los
dedos de sus pies sintiendo la presión del masaje...
¿Mí
corazón se ha dormido?
Colmenares
de mis sueños,
¿ya no labráis? ¿Está seca
la
noria del pensamiento,
los
cangilones vacíos,
girando,
de sombra llenos?
No; mi
corazón no duerme.
Está
despierto, despierto.
Ni
duerme ni sueña; mira,
los
claros ojos abiertos,
señas
lejanas y escucha
a
orillas del gran silencio
*¿Crees que está hablando de la
muerte. De que hay algo más allá de la otra orilla del gran silencio?.
*Viniendo de Antonio creo que se refiere a
la esperanza, a los sueños perdidos mas que a un más allá con un Dios
esperando.
*Amor... ¿Tú crees en Dios? -
A veces ella solía llamarle amor y él se dejaba-
*No. Ni más allá, ni reencarnación ni
pollas. Yo creo en los sentidos y las intenciones. ¿Tu sí?
Ella
sonrió al escuchar sus argumentos y le confesó que tampoco, Dios y ella siempre
habían ido por caminos paralelos, tenía claro que nunca iban a confluir.
Lo había buscado, debajo de las piedras, al partir los leños o en los
ojos del prójimo. Había pedido con ganas cualquier señal, cualquier acto
generoso en forma de pequeño milagro para dar por hecho que una fuerza mas allá
de su entendimiento cuidaba de ella. Nunca obtuvo respuesta.
Pero decidió no contarle que en su etapa de búsqueda divina le
rezó incluso al más hermoso de los Ángeles. Pero tampoco tuvo respuesta de
LuZbel.
*Bueno habrá que pensar en hacer algo de
comer, no?
*Está en el horno, hice un pescado
con patatas. Dijo mientras volvía a poner los pies en la hierba y él
apagaba su cigarro en el cenicero que colocó en el suelo, entonces ella le
preguntó si podía sentarse en sus piernas. Lleva un vestido corto, él acaricia
sus piernas, ella lo mira suave, pestañea despacito, busca su boca y rosa sus
labios con los de su amor... tus besos me alimentan de tu cariño y atención,
se alimenta de tu fragancia, de tu alma. De tu tiempo en mi tiempo.
De ese amor tuyo que reflorece en madrugadas y amaneceres. De ese saber que soy
feliz porque estoy aquí, a tu lado, con el deseo de verle, de tocarle, y hablar
de todos mis miedos y deseos. Sentir que eres importante, sentir que eres ese
algo que hace mejor la vida... Rosa sus labios con los de su amor y le
besa. Él la reubica a horcajadas, la acaricia mientras ella le mira, le abraza
y se le escapan sonrisas. Mírame... Lo único que
quiero de ti son esas cosas cotidianas, el olor de tu cuerpo cuando me abrazas.
Saber lo que piensas de cualquier cosa. De ti, de mi, de nuestras cosas.
Sigamos siendo lo que somos, hoy y siempre, regálame tu poquito de tiempo, tu
risa y esas cosas que no se gastan. Vive tu vida, como te guste, como te
plazca. Pon nombre a lo nuestro y vivamos a poquito, con armonía, sin
suposiciones, con intensidad y ganas. Quiero verte reír, quiero
verte vivir, quiero que tengamos ganas, de eso, de todo, de compartir los
ratos que robamos. Seamos ese dulce amor, quiero que me pienses con pasión, como esa
mujer que quiere quererte, que te lo dice, te lo escribe y te lo canta.