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♥ Entra y siéntete en casa ...

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martes, 31 de octubre de 2017

Inquilino



Llegó Septiembre, el mes de las mudanzas y los comienzos.  Un grupo de amigos; unos trabajando y otros estudiando alquilaron un piso.  La casera desde el principio les pareció bastante peculiar en sus actos.  El piso tenía seis  habitaciones pero les advirtió con escusas banales  que solo utilizaran cinco. Alegó que esa habitación estaba sin pintar y con algunos desperfectos.

Cuando preguntaron a la casera si aceptaba mascotas, una perra no demasiado grande, buena y educada, la casera la miró y sacó de su bolso un péndulo.  Lo puso en movimiento y a los minutos aceptó a la mascota.  Todos rieron durante días recordando ese momento.

Pasado un tiempo todos pensaron que era absurdo no utilizar aquella habitación, y haciendo caso omiso de las advertencias de la casera, decidieron abrirla y darle uso. La convirtieron en cuarto de estudios.

Llegó Octubre.  Uno de los compañeros estaba en el salón estudiando, y nota que en el suelo hay una oscilación de luz, miró hacia arriba y la lámpara giraba lentamente. -Vibraciones de los vecinos de arriba, una corriente de aire-.  Pensó

Días después uno de los mayores del grupo con su novia estaba viendo televisión, se sobresaltaron al escuchar un barullo dentro de casa, como si gentes entraran en el pasillo al tropel. La perra ladraba mirando a un espacio vacío.

Todos comenzaron a preocuparse,  a contagiarse  el miedo y la inquietud. Decidieron marcharse del  piso.  Llamaron al teléfono que les dejó la mujer.   Al descolgar el teléfono la voz de un hombre escuchaba atentamente los  detalles del joven.

El hombre se sentó para poder coger aire.  Aquella mujer era sin duda su difunta madre y aquel cuarto el dormitorio donde falleció el invierno pasado.





domingo, 29 de octubre de 2017

La habitación

Nunca consigo conciliar el sueño en las habitaciones de hotel.

Aquella noche el sonido de la gota de agua cayendo en la ducha intermitentemente martilleaba mi cerebro.

Me levanté de la cama y empecé a dar vueltas por la habitación, me fijé en un cuadro de la pared, estaba  torcido, era un paisaje campestre, una pintura sin importancia en un marco barato, intenté equilibrarlo, me costaba llegar, mi equilibrio tampoco era bueno, se inclinaba cada vez que lo intentaba, así que desistí.  Pero al darme la vuelta el cuadro calló al suelo, el cristal  que lo protegía se rompió en mil pedazos, "Demonios". Sobresaltada por el susto, algo llamó mi atención. Un pequeño agujero había quedado al descubierto en el lugar que ocupaba el cuadro.  Acerqué mi ojo, Miré a través de él, pude ver la habitación de al lado.  Una anciana sentada en un sillón se concentraba en su labor de punto. Estuve un rato observando, pensé que solo una anciana hacía punto en agosto.  Ya me iba a retirar cuando la vieja se levantó de la silla.  Clavando la mirada en mí, dijo.  "VETE". Calló en ese momento desmayada al suelo.

Fui hacia el teléfono y llamé a recepción, comuniqué lo ocurrido, el estropicio del cuadro y lo mas importante el desmayoo de la pobre mujer, necesitaba ayuda de inmediato.   Después de unos minutos verificando me comunicaron que en esa habitación  no había nadie alojado.  Entonces me di cuenta. Colgué desconcertada el teléfono, salí  al pasillo, mi habitación era la última del pasillo.   Aquella habitación no existía.




viernes, 27 de octubre de 2017

Nuestros nombres





La vida hace coincidir a las personas en unos momentos dados, en un tramo del camino donde las circuntancias crean, en cierto modo, un vínculo entre las personas que coinciden en tiempo y espacio.

Ellos coincidieron durante un periodo importante de tiempo.   Compartían el desayuno antes de montarse en sus respectivos autobuses  que los llevaban a sus trabajos.   En ese periodo de tiempo  pasaron de ser completos desconocidos, a  esa cara conocida, a esa persona con el que hablas algo mientras miráis la televisión del bar,  y finalmente con quien compartes  el crucigrama del periódico cada mañana mientras se comparte alguna confidencia ocasional.

Un día ella le comentó que tendría que volver a  una nueva sede en otra ciudad,  posiblemente no la vería mas por allí.  Él lo lamentó.  Durante algún tiempo seguía haciendo los crucigramas pero sin ella no era lo mismo.  Aquel bar ya no era  el mismo después de aquellos encuentros cada mañana durante más años de los que él era consiente.   Pero todo pasa, y el tiempo pasó.  Años, quizás demasiados, quizás los que debían pasar.

Ella volvía a la ciudad de  vez en cuando y a veces paraba a desayunar en ese bar donde hacía crucigramas con un hombre del que nunca supo su nombre.  Al menos el nombre por el que todos lo conocían.
Aquella mañana nevaba. Nunca nieva en  esa ciudad pero nevó.  Y ella se refugió en ese bar porque al pasar le pareció bonito.  Vio la chimenea desde la calle y le gustó, desde pequeña le fascinaban las chimeneas y el crepitar de la madera quemándose.  

Tan solo había pasado un rato. Estaba sentada en la barra, con su café y  con los guantes puestos ya que aún tenía frio.  El mundo se paralizó entonces. Justo en ese instante su mirada se quedó clavada en el café humeante.  Su corazón le dio una buena sacudida.  Escuchó su nombre, no el que todos conocían.   No hacía falta girarse  para descubrirlo. Solo había un hombre en el mundo que la llamaba así.  






miércoles, 25 de octubre de 2017

Pista central





Aquella mañana se despertó tarde. Estaba cansado.  Se sentó en su caravana y dio  un poco de pan a Trudi, su compañera de actuación.

La pista central no parecía tan luminosa esa tarde, posiblemente la tormenta que descargaba en la ciudad tenía bastante culpa.

Trudi estaba rebelde, no realizaba ninguno de sus números ensayados.  Él lo resolvía con astucia, siendo payaso todos los fracasos parecían divertidos.  Hasta su sonrisa pintada  parecía divertida.

Tropezó varias veces mientras Trudi le picoteaba.  Unos reían.  Otros aplaudían.   El payaso dio algunas volteretas, sonreía... agotado de tanta sonrisa compañera de ese nudo en la garganta que no terminó nunca de liberarlo de esas penas antiguas que se quedan tan dentro que nunca encuentran el momento para echar el vuelo.

Tropezó alguna vez más, tendido en el suelo de la pista central  Trudi  quería tragarse uno de los botones del pantalón. Trudi picoteaba la nariz roja.  Todos reían viendo las gracias del número.  
El payaso, quedó tirado en el suelo. Inmóvil. Sus penas antiguas dejaron de serlo.  Su sonrisa se desdibujó en rictus de hombre corriente.  Y ese nudo en la garganta voló por fin como mariposa que se escapa  de un tarro donde estuvo encerrada demasiado tiempo.
Todos aplaudían.  El payaso se quedó tendido en la pista central. Inmóvil, sin sonrisa, por fin... libre.





domingo, 22 de octubre de 2017

Parasiemprejamás




Era  domingo por la tarde.  Sobre las 5 y media ella salió al patio interior y se sentó en las escaleras.  Él se fijó en ella,  la observó desde el interior de la casa, mientras veía televisión.  Estaba  con la mirada fija en un punto, ensimismada y entusiasmada. Se recogió el pelo en una coleta.  Le gustaba cuando hacía eso. 

Él decidió ir a su lado, pasó un momento por la cocina.

* ¿Qué haces?  Ella sonrió al verle allí ofreciéndole un vasito con su helado favorito.

* Miro las hormigas.   Él se sentó junto a ella con su propio vasito de helado.

* Mira esa, es la avanzadilla, luego vendrán las otras.

* ¿Porqué te gusta tanto mirar las hormigas?

* No sé...  ¿Porqué te gusta tanto a ti el helado?

* No sé...  

Bueno, también me gusta otras cosas.

* Ya...


Los dos sonrieron.  Estuvieron largo rato mirando las hormigas, comiendo helados, también se robaron algún beso y se confesaron algún viejo secreto.  No  eran niños pero a veces... lo parecían. La verdad era que les fascinaba hacer cosas juntos, incluso las más tontas e inverosimiles, como pasar la tarde de domingo mirando las hormigas de jardín, porque lo que más les gustaba era estar juntos y olvidar las prisas de la semana y ser como niños vigilando hormigueros.







viernes, 20 de octubre de 2017

ImPronTa




Jaime había unido para siempre a aquellas dos mujeres, Claudia y Sofía.

Hace 23 años Jaime, el hijo de Sofía, nació con una semana de adelanto.  Aquél mismo día Claudia perdió a su hijo en el parto.  Las dos compartieron habitación.
Aquella noche Sofía estaba agotada y Claudia preguntó a su compañera de habitación si podía darle el pecho al niño. Sofía dolorida aceptó.

23 años después de aquella noche, Jaime llegó a casa con la cara desencajada y compungido.  Saludó a su madre, se dio una ducha rápida y volvió a salir para visitar a su vecina. 

Sofía lo observaba sentada en una de las sillas del jardín.  El vínculo entre su hijo y Claudia siempre fue especial.  Le resultaba peculiar que  en todos esos momentos complicados fuera a Claudia a quien acudía.  Escuchaba sus voces, murmurando, alguna risa tímida.  

Sofía recordaba en estos momentos que quizás aquella noche, cuando Claudia amamantó  a su niño le transmitió una  impronta, dejando en su Jaime un rasgo común y confuso. Algo que solo ellos podían entender.  En cierto modo, ella era su madre para lo bueno y para lo malo pero Claudia también estaba, había estado siempre.

Jaime tenía un apego metafísico con ella, conseguía hacerle sentir protegido, feliz, tranquilo y seguro.  Salió de casa de Claudia con la sonrisa puesta, volvió a casa,  fue a por su cartera y el móvil.  Se sentó un rato con Sofía tomando la merienda antes de salir con sus dos mejores amigos.  Le dio un beso y le dijo " Te quiero mamá"  " Y yo a ti tesoro".   


Sofía se quedó pensando que sería lo que le inquietaba a su niño.  Pero sabía que fuera lo que fuera Claudia se lo contaría aquella noche después de unas risas y algunos tequillas.



miércoles, 18 de octubre de 2017

La suerte



La tarde era templada, él había ido a recogerla a casa y decidieron dar una vuelta por el parque para terminar sentados en la terraza del bar.   Ella había elegido sol, siempre tenía frío en esta época del año.  Él había ido por los cafés.  Traía  algo parecido a las galletas de la suerte chinas que colocó en mitad de la mesa.  Ella suspiró - era de mucho suspirar-, puso su mano apoyada en la mejilla, con esa sonrisa apretada para que no se le escaparan sus pequeños miedos de mujer dulce.  Hacia algunas semanas que no se veían, ella tenía la sensación de que habían pasado meses.  De pronto aquel vínculo inquebrantable se había alejado  sin más.  La vida suele ser así, como olas que traen, como mareas que quitan.  Ella miró los tres sobres de azúcar, junto a las tres galletas de papel.   Él le  confesó un par de ideas, ella lo escuchaba mientras  repartía el azúcar, "El mío, el tuyo y el nuestro".

* Solo quiero que me dejes compartir ratitos, yo ya no sé vivir sin tus cosas.   Lo contó como el que declara un gran secreto y ella recordó cuando lo quería, así, sin más, sin explicación, que es como se quiere cuando se quiere de veras, cuando él tenía  todas las respuestas, cuando no había más ojos, ni más mundo porque él era el mundo.

Entre el alma y el cuerpo hay un sin fin de ventanas, por las que pasan las emociones, ventanas que un día tenían vistas a un patio compartido  en el que  compartían todo y mas. Ahora la conversación fluía con la cordialidad de los que añoran las tardes de verano a orillas de un lago.

*Bueno, elige uno.

Ella miró las galletas de papel como dudando, pero desde el principio tuvo fijación por la de los lunares blancos.

"Somos de quien nos  cuida" Leyó en alto, sus ojos se quedaron mirando las letras mientras que viajó lejos.

Él  eligió la de rayas blancas.

"quien te elija también lo hará cuando seas un desastre"  Sonrió recordando  cuanto caos había resuelto la que se sentaba aquella tarde frente a él.

*Según me ha informado el camarero,  este es para los dos.  Léelo tú.   Él esperó que ella reaccionara, ella se sintió un tanto incómoda por aquello de compartir futuro.

"En el amor pierden los que no se atreven" Ella recordó entonces todos esos momentos, todo el camino andando de la mano pensando en el parasiemprejamás.  Y durante un breve segundo una suave brisa recorrió aquel patio compartido.

El camarero se acercó, y esperó un instante a que le dieran el importe de la merienda.  “¿Todo bien?”  Preguntó con amabilidad.   Ella sonrió y él contestó con un "Perfecto".  El camarero recogió las tazas y preguntó que si querían de recuerdo las galletas de papel.

* Si, si.   Respondió ella con alegría.  Ella era de guardar esos pequeños detalles sin valor para casi todos pero que para ella tenían un valor especial con extra de vida.


El camarero se dirigió a la mesa  que estaba a la espalda de ella. Miró al hombre e hizo un gesto cómplice.  El hombre se levantó  con mirada de póker para continuar el paseo con esa mujer que  se le escapaba.  Estaba dispuesto ha recorrer ciertos atajos. Esos que solo los tramposos saben hacer con tal sutileza. Y recordó esa frase, la suerte no se encuentra, se busca.






domingo, 15 de octubre de 2017

Metal







* ¿Estas segura? Será irreversible del todo.


* Aja... asintió con la cabeza y apretó sus manos en la silla  de acero inoxidable.

* Tranquila, no duele, será como cuando te quedas dormida después de un largo  y complicado día... ¿preparada entonces?

* ¡Espera! Espera, dame un instante.   Cerró los ojos, Apretó los labios emocionada.

La que esperaba, mujer vestida de blanco quirófano, aséptica e impasible, pudo ver como las últimas lágrimas resbalaban por la mejilla  rosada.

* No  sufras, relájate, piensa en alguna canción que te haga sonreír. ¿Preparada?

* Si...

...

Se despertó aturdida, con esa sensación de que olvidaba algo.  Tenía como una especie de desconcierto y vacío interior, pero "desde hacía mucho tiempo no se sentía tan bien" -pensó-.  Su cabecita era perfecta, si... perfecta. Los test de psicoanálisis marcaban una buena puntuación.
Había olvidado la sal en sus mejillas, ahora era una mujer incrédula, con alma inhóspita, lengua de caramelo y corazón de bromuro, centrada, ausente de distracciones y sufrimientos emocionales.  
Solo tenía aquella absurda canción metida en la cabeza.  Siempre hay una grieta.


jueves, 12 de octubre de 2017

Como flor de desieto








Dame un momento. Un respiro.

Si. Amor mío, sigues en mi, tu amor sigue ahí guardadito.  Perdóname si ya  casi no te siento, si ya tan solo eres un amor lejano como lejano son aquellos años de adolescencia, rebeldía y aprendizaje.
¿Recuerdas aquello que me decías? ¿Aquello que yo te decía que nunca sucedería?

Recordé que acostarse con alguien es muy simple. Os conocéis, charláis, disfrutáis del juego de miradas, de los discursos del otro, una palabra más, una palabra menos. Te desnudas de manera trivial, os tocáis de manera mecánica, terminas, te vistes, te vas…Realmente puedes hacerlo con cualquiera.
Amar a alguien es diferente. Puedes quitarte o no la ropa, puedes decirle que necesitas un abrazo, que estás preocupad@ por algo, qué miedos tienes adentro. Contarle ese sueño que se repite con frecuencia, pedirle opinión sobre tu proyecto y confiarle tus secretos. Puedes hacerle espacio entre tus manías y tus defectos, hacerle entrar en tu mundo y entrar tú en el suyo.

Puedes cogerle de la mano y llorar cuando no sabes muy bien lo que hacer con tanto sentimiento, cuando sabes que se quiere de verdad y  te emociona todo porque todo es amor.

Puedes hacer el amor o simplemente acurrucarte en su cuerpo. Puedes despertarte por la mañana y darte cuenta de que te dormiste pensando... Y sentir paz, apoyo, calor…

Amar es diferente.

Seguro que es algo para unos pocos.

Sin duda, no es para todos.

Perdóname por olvidarte. Si amor, aquello que te decía que no sucedería me invadió, nuevos amores han florecido como las flores en el desierto.



martes, 10 de octubre de 2017

Tiempo





* Ya te tengo calado. 

Él la miró al escucharla y ambos sonrieron. Él había estado un buen rato dando unos buenos argumentos. Sus dedos meñiques se buscaron en uno de esos actos de furtividad.   Aquella tarde era la primera. No era su primera cita, si es lo que estabais pensando.  Habían estado sentándose en ese banco durante meses.  Apenas tenían detalles por descubrir uno del otro, pero claro, siempre hay algún detalle por descubrir.  Recuerdo esa frase... Nunca se termina de conocer a alguien.  La mente humana es compleja.  Aquella tarde era la primera, ambos habían descubierto esas facetas que no puedes conocer en un banco del parque.

Por primera vez desde que se conocieron el silencio los envolvió a la vez que sus meñiques se rozaron.  Ella volvió un instante,  en forma de recuerdos, un puñado de horas antes.  Apenas recordaba el camino y  de lo que hablaron en el trayecto, estaba demasiado nerviosa como para retenerlo.  Su primer recuerdo es en la habitación, sus besos mientras la desnudaba sin prisas.  La habitación estaba en penumbra, el sol se despedía entre los tejados urbanos.  Ella miraba los dibujos que el sol, las luces y sombras dejaban en el techo. Tenía su olor impregnado en ella. Suspiró.  Él le preguntó si estaba bien, si estaba cómoda.   Ella asintió, se giró hacia él  y le confesó  que  no se sentía tan bien desde hacía mucho tiempo, que estaba abrumada y sorprendida por tanta expresión libre de  cuerpo y alma.

Él no pudo evitar reír.
* ¿Acaso pensabas  que podía ser una especie de sicópata amante de los crucigramas y del té con limón?

Esa pregunta la hizo reír además de mantenerlos en conversación prácticamente hasta la madrugada, recorrieron ese laberinto de conocimientos y sensaciones abriendo nuevos senderos sorprendentes y  maravillosos.


Si, aquella tarde era la primera después de haberse despojados de sus ropas.  Cuando hicieron el amor juntos, descubrieron la locura. A Ambos corazones les costaba soportar tanta emoción.  Les costaban respirar, temblaban. El perfume de su  piel transmitida uno al otro era como una droga, aquel perfume se había incrustado en sus  cuerpos.  Cuando sus meñiques se rozaron un puñadoo de horas después de haber saboreado el aquella mieles ambos sintieron que aquella sensación era compartida. Necesitaban  ese perfume para estar bien. Quizás se habían convertido en unos adictos; él  necesitaba el perfume de su cintura, y ella  habitaría como ser nocturno, sedienta, en aquella cama  de mieles y cerezas. Ahora debían habitar sus días con esa locura.





domingo, 8 de octubre de 2017

Fortalezas del corazón.



Aura vive sola. Es una mujer adulta con una vida ajetreada, solo pasa días completos en casa algunos fines de semana.

Tiene una cadenita de seguridad en la puerta. Se la puso él una de las primeras veces que fue a visitarla. El bricolaje siempre se le dio bien, aquellos días hubo varios robos a casas vecinas y Aura le confesó su inquietud.  Entonces, él salió a comprar y volvió con todo  lo preciso para poner esa cadenita de seguridad.

"Este momento me hace sentirme ya, como vieja asustada"  Expresó ella mientras miraba como trabajaba en la puerta su mejor amigo.
"Estás loca, tú no eres vieja"   Dijo con la risa en los labios.

Hizo un trabajo espléndido, atornilló y ancló perfectamente todo el kit de seguridad.

Ahora ella piensa que vive segura, no porque la cadena sea segura sino porque él se la puso, él le hace sentir segura  a pesar de que buena parte del tiempo vivan algunos kilómetros de distancia, porque desde que él es su mejor amigo su vida es más segura, todo gravita distinto, todo tiene otra medida, otro ritmo... Y entonces llegó el otoño,  rojo como el latido del mayor de los huracanes,  amarillo como el sol que comienza a calentar el cielo en ese amanecer temprano,  naranja como los atardeceres de domingo y púrpura como el vino que derrama antes de beberte.  Llegó ese otoño de colores que ella pinta cada vez que lo siente aquí.  Al otro lado  de la puerta.






viernes, 6 de octubre de 2017

El desvio hacia tus besos



¿Te he dicho ya cuál es mi plan? Te lo cuento al oído:

Mi plan es trucar la brújula para que el norte siempre apunte hacia ti, 
que tu piel sea mi mapa 
y sobre ella dibujar mi hoja de ruta.

Mi plan es hacer carretera, 
que la manta ya la iré tejiendo por el camino con tus besos, 
así, como toda la vida, uno del derecho y otro del revés.
Es hacerme ciudadana de tu cuerpo 
y enarbolar cada camisa que te desabroche por bandera.

Mi plan es coger el desvío hacia tus besos, 
un desvío que nadie conozca 
y recalar en una playa de agua clara donde podamos desnudarnos… 
el alma.





martes, 3 de octubre de 2017

Birujinia





Ella era como una flor de invierno,  sencilla, curiosa, siempre tenía alguna pregunta y  no tenía que ser precisamente inteligente. De echo la gran mayoría de las veces, eran preguntas sencillas  de las que esperaba respuestas sencillas.
Ella era la princesa de Birujinia.

Birujinia no es un lugar.  No es un campo ni una ciudad, ni una tierra ni un cielo.  No tiene bandera ni fronteras.  Birujinia está donde ella se encuentra.  Ella es Birujinia. La hermosa princesa de las hojas de otoño, de olas de las mareas del sur,  de las manos frías que se cubren con guantes de lana con los dedos  a color.

Si quieres conocer Birujinia solo tienes que encontrarla a ella.  Solo tienes que pararte un momento en la vorágine de tus días y sonreírle.   Probablemente te invitará a sentarte, te regalará alguna historia y si eres especial te hará alguna pregunta.

Para ella las noches en compañía son las mejores
Puede que coquetee mientras jugáis a cartas
Le gusta que la dejes ganar
Con los días seréis como carne y uñas
Ella te  verá por dentro
Y aunque te parezca que te alejas, que andas perdido en un mundo de locura, desorden y caos ella seguirá estando cuando regreses.

Si la encuentras alguna vez. Quédate en Birujinia.   Quédate un rato.  
Hay lugares que tienen la virtud de descoserte las tristezas cuando las creías bien sujetas entre los pliegues de la felicidad. Hay lugares que tienen la virtud de descoserte las tristezas y echarlas a volar.







lunes, 2 de octubre de 2017

Y en fin...




Tardaste en llegar. 
Días que nunca llegan, que nunca llegarán.
El verano fue largo.
Tanto que nunca terminó. 
Me quedé esperando la luz dorada de ese amanecer.
Volví a casa.  Con mi mejor vestido y el perfume de las fiestas.
Volví a casa con mi ropa interior sin estrenar.
Quería quemarme con el café contigo por la mañana. 
Que me abrazaras por la espalda al despertar mientras me dabas  besos.
Que me dijeras que todo iría bien. 
Yo sonreiría al pensar que no necesito que las cosas vayan de otra forma. 
Hubiera querido que me cogieras de la mano,  perdernos y encontrarnos.
Mirarte y que sin palabras nos entendiéramos. 
Contártelo todo y que me lo contaras todo. 
Que por la noche nos hubiéramos duchado juntos mientras desafinábamos cantando alguna canción. 
Hacer nuestra cena  favorita, y terminar haciéndote el amor después, como postre. 
Que me dejaras quedarme luego a dormir. 
... Y que llegaran los domingos y no fueran aburridos. 
 Que ningún día de la semana fuera duro si tú estás a mi lado. 
Quería darle  un poquito de sentido en mi vida. 
Alguna razón (tu mirada) para creer que merece la pena seguir, sentirse vivo, ya sabes. 
Y que pasado el tiempo llegáramos a ser lo más bonito que hayamos tenido. 
Y poder recordar siempre aquellos días mirando las estrellas;
Mientras te decía  muy bajito... gracias por existir, y por haber llegado, y por quedarte, a pesar de todas las razones (mis cicatrices) para irte. 
Quizá este verano no deba terminar, 
Pero que culpa tengo yo si soñar resulta demasiado bonito. 
A veces creo que, 
De no soñar, 
Hace tiempo que estaríamos muertos. 
...Y en fin.